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se le concede habitualmente facultad de obrar milagros, pues.

si la tu\'Íesen, los obrarían segun su arbitrio siempre que quisie–

sen. Consiste pues la gracia de obrarlos, en que Dios excita

a

sns siervos para que los ejecuten cnando es dcsu

agrad~ ins­

pirn

á

los necesitados, el que toquen su cuerpo,

ó

alguna cosa

de su uso,

ó

el que los invoquen

y

rueguen. Y supuesto segun

lo dicho, la intima conccsion que tienen en tre si las gracias de

fé, sanidad de enfermedades,

y

toda clase de portentos extraor–

d inarios, las comprenderé todas con el nombre de milagros, los

que para mayor claridad

y

con respecto

á

Fray l\Iartin, seran

dil'i<lidosenmilagros dudosos,

y

en ,-erdaderos é incontestables.

Condiciones del 111ilagro.

Se dice milagro, todo lo que excede las

le~·es

de lií

naturaleza,

y

los milagros

pued~n

se1· de tres modos, segun

Santo T omas, ó sobre la r>rtq¡·aleza. ó contra Ja naturaleza,

ó

fuera del modo

y

órden d

la naturaleza.

La E scritura ofre.

ce muchos Pjemplos de estas tres es1ecies. L a resurcccion

de los muertos, sobre la naturaleza: el endurecimiento clcl

Mar rojo para que pasasen los H ebreos, contra la naturaleza:

fuera de su órden, la sanidad del leproso Naaman, solo con

lavarse siete veces en el J ordan por mandato del profeta E li–

seo,

y

la pronta sanidaq de la suegra de San P edro; pues na–

turalmente pudieron sanar aquel ele la lepra,

y

esta de

11

fic.

bre, aunque no del morlo

y

con la prontitud qne sanaron .

Ni nguna de estas tres condiciones se hallan en muchos

supuestos milagros que se leen en las vidas de los Santos,

y

por eso sou pocos los que se han aprobado por la I glesia. E l

vulgo tiene sobre esta materia, una credulidad supersticiosa

y

rr prensible, atribuyendo

á

milagro de algnu Santo, curacio–

n es comunes"obradas por sola la naturaleza,

ó

ayudada del

arte. Y pues todos sabemos que solo Dios puede hacer mi.

lagros, trastorn ando las leyes naturales como Omnipotente

y

libre;

á

él se le debe dar toda la gloria siempre que a fa,·or

nuestro altere las leyes establecid as, del mismo modo que.por

los innumerables bienes

q~e

recibimos <le sn infi nita bondad

en el ór<len de la naturaleza

y

en el de la gracia.

l\las esto

no se opone

á

la intereesion dp sus qeles siervos mientras

\"Í·

~ en

y

des¡mes de la muerte; pues Dios mismo los toma .por

instrumentos para que propaguen la fé

y

con.-iertan a los pe–

cadores haciendo milagros en su nombre,

y

tambien para hou–

rar

á

los mismos Santos, publicando poi" ese medio, que son

eus predilectos.