-
79
que por los mismos vicios,.
y
sin
e'!
temor del•martirio, la han
traiciouado en todos tielnpos;
y
la traicionan hasta el presente,
muchos iufelices. No debe extrañarse, por lo tanto, que aun en–
t re las personas que profesaron cou verdadera vocacion, haJa
algunas que, despues de haber llevado por alguu tiempo con
alegria
y
paz interior el yugo monástico, deseen
y
soliciten ser
descargadas de él, seducidas
y
halagadas por las mismas causas.
Pero
a
ninguna le parecería insoportable, si todas, antes de
profesar, tuviesen la instruccion debida sobre las obligaciones
que imponen los votos,
y
un afectuoso deseo de Clbservarlos.
Jifas, segun lo que vemos, ¡iarece..que algunas personas,, antes de
pri;ifesar, abstraen mentalmente alguno de los votos, sin em–
bargo de que cada uno de ellos es tan esencial al estado religio–
so, como los <lemas. Por ejemplo: haceu voto de pobreza, no
por amor
á
esta virtud e vangélica, sino porque es indispensa–
ble hacerlo pard que se les dé la profesion. Asi es que ponen
ciertas
trab~1s
á
la renu ncia de sus bienes,
á
fin de conservar la
propiedad
y
usar exclusivamente de lo gue retienen para satis–
facer sus legitimas necesidad es, sin agregar el sobrante
á
los
fond os de la comunid ad: de lo que se deduce que, si les fu era
permitido el estado que ·nbraza'll , disfrutaudo de los bienes que
poseen en el siglo, preferirian la riqueza
a
Ja pobreza. :Faltán–
dolcs, ·pues, el amor
á
esta virtud por sí misma, y
110
despren–
diendo enteramente su corazon de todo Jo terren0, co rno deben
desprenderlo los que quieran ser pe rfectos, segun lo <lice l\ ues–
t ro Sel'ior
Jesuc~isto;
y
DO
siguiendo cordial mente el espíritu
de los que dan cuanto tienen
á
los pobres. a\landonándose
á
la
Oivina Providencia; no solo poneia uu óbice rnluutario
á
su
aprovecl.rnmiento,
y
pierden gran parte del mérito ligado
á
la
profesion , sino, tambien, dejan una puerta abierta á las ilusiones
del espíritu
y
corazon. Estas personas, antes de hacer sus votos.
debían considerar la n1uerte repentina de Ana nias
y
Saphirn ,
por .lrnbQr mentid o al Espíritu-Santo, segun se refiere en el ca–
pitulo 5.º de los Hechos Apostólicos; puesto que miente á Dios,
quien le hace voto de lo que no renuncia con todo su corazon.
J,o mismo que se ha dicho de la pobreza, debe entenderse de
la obediencia
y
castidad; pues hay diferencia notable entre obe–
dece r por obligacion, ó por amor
á
la obediencia
y
al sacrificio
de su propia voluntad; entre ser ;célibe por el estado que se
abrazó, ó por .renuncia
á
las ventajas del matrimonio, aunque
no
~e
hubiese profesado. El amor, pues,
á
los votos religiosos,
que fo!'man el espi1·it.u de la profesion,. es, por lo t anto, el único
medio que puede perpetuar en las personas religiosas, el espí–
ritu de su estado, purificarlas del natural apego
á
la propia