-
15i '-
Oyendo esto fray Martin, uo quiso admitir la túnicíl,
y
al dár–
Aela el religioso le dijo qne la atrojase al lugar urns inmundo.
De este modo cerró la puerta
á
la vanidad, que podia excitár–
sele por la presencia de los circunstantes, y se despreció á si
mismo, pidiendo que se echase eu·un sitio asqueroso la túnica
que babia tocado inmediatamente
á
su cuerpo de pecado.
Publicado su peligro de muerte, concunian á visitarle, no so–
lo el pueblo, &ino tambien la respetable nobleza, prelados de
las religiones y dignidades eclesiásticas, entre las cuales se nu–
meraban el sefior doctor don Pedro de Ortega Sotomnyor, que
despues
fué
Obispo del Cuzco, y el ilustrísimo scli,or don Feli–
ciano de la Vega, AFzobiipo de i\léjico.
Visitóle tambien varias veces el Excmo. sel!or Virey D. J.uis
Feruandez de Bobadilla, conde de Chinchon;
y
en una de ellas,
habiendo entrado
á
la celda algunos religiosos para aviilarle que
estaba
á
la puerta dicho selior Vire
y,
vieron al siervo de Dios
estático, de lo que instruido su excelencia, no quiso pasar ade–
lante, hasta qne
el
siervo de Dios vol ,·iese en sí; lo que se ve–
rificó despues de un cuarto de hora, en cuyo intervalo conl'er–
saba el Virey con el Prior, que
1
0 em el padre maestro
frny
Gnspar Saldaiia, sobre la virtud de fray Martín, suponiendo que
estaría recibiendo algun favor extraordinario. :Entró pues el
Yirey, y puesto de rodillas delante del pobre lecho, formado
de tablas ásperas y mal colocadas, besó la mano
á
fray l\fartin,
suplicándole qire cuando estuviese en In presencia de Dios, pi–
diese á Sn l\Iagestad lns luees necesarias para aceFtar en su go–
bierno, y la gracia de amarle y serl'irle en Ja vida, para gozarle
despues de In muerte. Contestóle fray l\[artin, humildemente,
que cuando Dios hubiese osado misericordia con él, dándole su
Banta gloria, como firmemente lo esperaba, confiado en Jos mé·
ritos de Jesucristo, de su Santísima !Uadre y de sus santos prq–
~ectores,
no dejaria de rogar por
él.
Despidióse el Yirey,
y
ha–
biéndole acompal!ndo la comunidad hasta In porteria, volvió el
prelado á la celda de fray l\fartin, y reprendióle con severidad,
porque no babia pP.rmitido que entrase prontamente el Vi–
rey. No le contestó el siervo de Dios;
y
el prelado, para ind11-
gar si el motivo habia sido deliquio uatural, ó éxtasis extraor–
dinario, le mandó por obediencia declarar lo que pasaba en su
espíritu, á la llegada del señor Virey. Respondióle entonces
fr,ay
~~rtin
Jo signiente:- ..
}~n
aquel altar donde pusieron
111
•Mnbs1mo Sacramento, para dármelo por viático, se me apare–
•Ció mi patrona
y
abogada la
~nntísima
Virgen !Unría, con mi
•padre Santo Domingo, San Vicente Ferrer
y
otros santos, con
•muchos ángeles, por lo que estando con tan santa visita, no me