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saeerdotes,

y

otro para los legos

y

donados. Pero en atencion

al mérito de fray l\lartin, se le sepultó en el primero, eligiendo

sitio donde ninguna l1uJ>ia sido colocado.

Abrieron 111 sepultura

y

pusieron el cadáver sobre la desnu–

da tierra;

á

los lados enterraron unas tablas, formando con

ella& <;orno un cajou,

y

pusieron encíma ladrillos

azule~,

sobre '

los que se grabó el nombre del siervo de Dio,s,

y

no se echó'

sobre el cadáver cal ni ninguna ca1sa aromática. Pero

á

poco

de baj'ado el cuerpo, se hizo pedazos

111

anda ó féretro, de mo–

do que el pueblo tomó trozos de las

~ablas

par.a guardarlas

co~

mo reliquiaR,

y

foé

necesa.rio hacer nuevo féretro, piira l9s re–

ligi9sos que falleciesen qespues. Es muy probable que el fére–

tro no se rompiese por sí solo, sino por el numeroso concurso

que queria ver el-cuerpo notes que lo sepultasen; pero aunque

se hobiese roto el féretro naturalmente por este suceso, como

es muy probable, es cierto qHe no sivvió

á

otro difunto el an–

da donde habia dormido muchns veces este fie\ siervo del Se–

ñor,

y

en la que se habin conducido, como en triunfo, el cuerpo

que, por tantos aiios, estuvo unido

á

una alma iuoceute, que y11

era bienaventurada.

Así la reputabnu todos por el heroismo de sus virtudes,

y

porque,

á

su juicio, el cielo beatificaba el alma d'll fray l\lartin

por la flexibilidad de su cuerpo,

y

por la fragancia que se per–

cibió comtautementc por algunos días, aun despues de sepul–

tado. Pudiera uu cuerpo muerto eMtnr flexible, naturalmente

por alguna especial enfermedad que hubiese re)njndo mucho

los músculos y tendones; pero debe re11utarse milagrosil Ju

flexoihilidac\ de un cadáver, despues de haber estado rígido, co–

mo el que mus; porque su extenuacion

y

la fiebre de que falle–

ció dcbierop secarlo

y

endurecerlo mucho. Y como esn mn–

rnillosa y singular mudanza

fué

debida

á

l·a obediencia con

que se someiió fray lllartin nun despues de muerto, dicha flexi–

bilidad,

fué

mas portentosa por uno

'1

otro rei;pecto.

No lo

fué

menos la fragancia; porque, 1muque pudiera no he–

der uu cuerpo muerto por alg1mn circunstancia, es imposilile

naturalmente que exhale olor grato

y

constante, como lo dice

Pablo Zaquíns,

y

deben decirlo todos los físicos. Por eso siem–

pre se ha reputado milagroso el olor que despedian los cuerpos

difuntos de Snntn Teresa, de Sao Luis Beltran, de Snn Pascual

Baylon, de nuestra patrona Suntn Rosa, y de otros muchos

santos;

y,

como extraordinario, se refiere en

~ns

actas de

~u

cn–

nonizaciou.

lilas

el

cielo empefiado en puhhcnr In gloria que

gozaba fray l\lurtiu, repitió en honor suyo los ¡:iorteutos..

Eu l!l misma noche que murió el sieno de D10s, aobrevmo

á ·