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t'tende por su naturaleza
,í,
la pertul'uacion
y
(1i.
t ruccion del
lÍr–
den oCial, oponiéndose
{L
los prineipios fundamentales en que
de, cansa la, sociedad.
v.
Los
debel'es
y
ncreclw «-lel hom.bre
Celno
mÍmnbl'o
~le
la
~
~oeied.ad e.tl'U,
La so ietb,cl conyugal
ó
de matrimonio con 'iderada en
el
ól'deu [Juramente natural, e la urüon perpétua del varon y de la
mujer para ht procreacion de bijo::;, que lle\'a consigo E'l amor
mútuo
y
la comunicacion perfecta de vida. Jesucristo elevó
el
contrato mat.rimonial al ser
y
coudiciúnes de sacramento: sig–
nificando la, union del mismo oon su Iglesia, por consiguiente
emre cri tianos el matrimonio e' Íl1sepa.rable del sacramento.
L,1,
necesidad
fiwr,l
del illél.trimonio no se refiere (lirectamen–
te
tL
cada indi villuo, SiDO
á
la multitud colectiva. La sociechd
conyuga,1no es obligatoria para
todos
los indi vidllOS, por mas que
sea necesaria para la COD 'ervacion ele la sociel1M¡ no de oera
manera que es necesario para la com!ervacion de esta que haya
magistrados, <Jgricdtores, comerciant.e
&.,
sin que por e::;o estns
profe iones sean obligatorias pum
tod.oslos individuos de la. so–
c.iedad. El bien inismo de la sociedad
y
la necesaria di\
1
i i u
del
trabajo social, xijen hast.a cierto punto que algunos indíviUuo
se au tengan del matrimonio -cuyo' deber
y
condicione ane–
jas son mas
ó
menos inpompatibles con 1 deberes y cOlldieio–
nes de ciertos estados y
profesiolJ.es.
Si
esto es verdad con res–
pecto
á
la milicia yal cultivo intenso, especial
y
perseverante de
la ciencia, lo es mas indudablemonte, cuando se trata de esta–
aos
y
prof siones que e ' ijen un gran desinteres, la entrega
completa, del individuo al bien moral de otros, la abnegacion
y
el
sacrificio personal en aras de la perfeccion moral de la sociedad
7
que exije la subol'dinacion de los .blene, presentes
y
del
el
stino
temporal
{¡,
los bienes eternos
y
al destíRo fiúal del homu'o en
la otra vida. De aquí se infiere con toda evidencia, que el celi–
bato c1'i tiano, adoptado con el noble fin de entregarse
á
la per–
feccion moral
y
religiosa da la sociedad,
y
c mo medio de
~jercer
influencia tan podero a como benéfic:.t en esta vicla, nada tiene
de contrario
á
la ley natural,
y
se halla en completa armonía con
el plan divino y con el bienestn.r
é
interés de la misma especie
humana,
á
cuyo desarrollo moral contribuye poderosamente. Los
argnmento' de los racionalista' contra el celibato eclesiástico no
reconocen mas orígen que el oelio
á
la iglesia católica,
y
.lo que