DE PHOCION,
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me
he
ocupado en meditar su doctrina. A la
v c<dad
me admiro de
mí
temeridad en que–
rer saberlo todo,
y
de la debilidad con que
he
sido
el
engaño de algunos sofim1as. Co–
menzando
á
tonoc rmc, doy priiiclpio
Oí
gustar un género de tranqu ilidad, con <1uien
no creo se· acompaña el error. E'.stoy impa–
ciente por volverá ver
á
Pbocion; pero te-
1110 presentarn1e
á
su vista,
y
que no 1ne
e~~
cuentrn aún digno de escucharle.
Aristias, le respondí , los Sofistas se irr1·
tan qnando alguno se atreve
á
oponerse
á
~us
opiniones, porque sola la avarjcia
es
la
que fomenta sus palabras. Temen no sean
·nplaudid.1s sus lecciones , de que hacen
un
trato mercenario; pero un verdadero Filó–
sofo no tiene otro interés, que el de ,la _ver–
dad,
y
sabe muí' bie.w "luan extra(ia nos
.es
por no sernos indulgente. I?boaion (
QS
r.esr
pondo por él) perdonará
a
vuestra edad
el
haberse dexado llevar de los Sofisticas,
y
habcro eng.iñado las pasiones, aw1
mas
Ji¡\,
-bil s que ellos: teodra
.1
bien vuestro urre–
penri.n1iento,
y
os
perdonara
vue tras erro-
1·es, supuesto que los abjurais,
y
que siem–
pre parece bien el enmendarse.
eniJ, Aris–
ri.1s , contnigo para aprender nuevas ven.h–
des,
y
quier,111 los Dioses ba
crla~
Útiles a la
Republica.
Goz;d de vuestra victoria,
le
dixe
:í
Cz
Pho-