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ENTl1ErENJMJENTOS
ni
bastaiian la Europa ,
la
Asia ,
y
In Africa
para las necesidades de tres sugetos como
él.
¡Cómo seria la verdad alma de sus discur–
sos? Venderia la patria, el honor,
y
la justi–
cia
á
quien la quisiera comprar. Oprimido
este Senador del peso de una dificil d iges–
t ion , daria
el
Estado
á
quien le ofreciese un
elipsi propio para animar,
y
resucitar los
consumido calores de su estomago: ¡y que–
reis qu" se informe de si hay algun Ciuda–
dano tan infeliz , que se vea perseguido de la
hambre?
¡
Creereis que Jos
Senadore~,
ó
Magistrados , avaros del dcleyte,
y
fatigados
con él , sean aptos para meditar en las nece–
sidades de la Sociedad? ¡y que sean centine•
las atentas ,
y
vigilantes para preveer, pre–
caver,
y
rechazar los peligros con que pue–
de ser amenazada la República?
No lo espereis : no lo exige ya
la
misma
República : una vez que los espíritus esran
inficionados por
el
goce, 6 deseo de los pla–
ceres, eUa misma cuidará de
la
delicadeza,
y
fausro de los Magistrados : descle que su
JlUS–
to ea los deleytes ha unido
á
la mediama
el
oprobrio de la pobreza, tienen los Ciudada–
nos mas necesidades para poder estar con–
tentos con su suerte. EstJ ya su alma man–
chada de los latrocinios , que aun no han
podido cometer sus manos: harán un vcr-
_gonzoso comercio de sus obligaciones,
y
ven-