DE PH00ION.
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fuesen origen de nuéstros placei'es, han pre–
tendido , que multiplicándose las unas, se
añadiesen los otros; pero no han considerar
do, que es mas liberal la i;iaturaleza, que el
gusto. Aquella no da necesidad alguna, .sin
dar al mismo tiempo un medio f.icil de re–
mediJrla;
y
el plrer
¡~
d_!I
12
~e t~
prometido ,
y
'so amente halaga , enciendej
y
altera nuestra imaginacion con e5peranzas
!i.QÚa.das..:
huye qnando creemos
~!:le ,
y
nos dexa
el
disgy.ili> ,
y
~~
con la mis· ·
ma debilidad.
Pero no tratamos aquí dela.i1;constancia
de los voluptuorns,
y
aun quando .no les
engaiíase su pasion , no seria
inenos
necesa–
rio, querido Aristias , desterrar el placer de
nuestra República. Creyendo comprar los
placeres
á
précio de diner6,
es
avara ,
y
pró–
diga ,
y
jamas se ha visto mezclarse la justi·
cia , la prudencia ,
y
el valor con los vicios,
que acompañan á
la
avaricia ,
y la
prodigali–
dad. Todas las riquezas de la ·Persia no se·
rian capaces de enriquecerá Demades
e
I ),
ni
(1)
Decia Antip3tro, que de dos amigos que
1eni.:1 en
Athe–
o:is, Phocion , y Demades , j3m"s babia podido obligar al uno
á
recibir alguna cosa , ni ta'mpoco
comen1ar
la
avarkia del
otro. Este .Dcmades era Orador, y tenia mucho
cr~lito
en la
plau P,nblica. Este es el
que
encontran~o
un
dia
á
Phocion en
la
mesa , viendo su extremada templanza, le dixó : u Me ad–
"
miro, Phc.cion , que contentándote con tan mal sustento,
ve~
;;~~ Re~Óbli~:.~,rrabaju
de
rnezcl.Jrte
en
los
peg~ios
de
nues~