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un
corto níimero de hombres,
esto es, de aquellos que
son competentes en tales materias. Es preciso tam–
bien no olvidar, en este caso, que la opinion que ha
prevalecido no ha sido siempre mas que un sistema,
en que la verdad no puede estar absolutamente de–
mostrada, aunque sea probable en muy alto grado.
Por lo que concierne al politeísmo, no es cierto
desde luego, como podxia creerse que esta grande
aberracion del espíritu humano deba ser conside–
rada como si hubiese sido universal .en la misma.
antigüedad. Los judíoe<, como se sabe, adoraban un
Dios único, creador del cielo
y
la tierra,
y
muchos
pasajes de la Biblia nos hacen ver que este Dios te–
nía tambien adoradores entre las otras naciones.
Si nos remontamos á la mas alta antigüedad en–
contraremos testimonios inequívocos de la creencia
en la unidad de un principio de todas las cosas, en
los libros sagrados de los chinos los indios
y
los
persas etc. La misma verdad ha sido reconocida
por un gran número de :filósofos antiguos: Pitágo–
ras, Anaxágoras, Sócrates, Platon, Aristóteles, Ci–
ceron. A despecho de las fábulas del politeísmo, la
nocion de la unidad de Dios no fué jamas entera–
mente borrada entre los pueblos paganos: de esto se
encuentra la huella en la creencia de un
Dios Su–
premo,
superior en poder á todos los demas dioses;
en los numerosos ejemplos del empleo de la palabra
Dios entre los escritores paganos de una manera
absoluta
y
sin pluralidad; en estas expresiones
fa–
vo
ritas yfamiliares al pueblo, entre los romanos–
«O
De1.is!Deus videt, Deo cammendo, Deus tibi red–
dat
etc.1>-expresiones que Tertuliano llama, -el tes–
timonio de una alma natur;i.lmente cristiana.»
En fin, cualquiera que haya sido por cierto tiem–
po la extension del politeísmo, hace ya muchos si–
glos que ha cesado de ser la religion del mundo ci–
vilizado: esta opinion no puede, pues, pretender la
universalidad del tiempo, como se observa en la