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de éstos se abstuvieron de seguir igual ejemplo,
lo que es causa,
también~ ~e
las divergencias que
existen sobre muchas edtctones de esa época.
Dé
allí sin duda, que los
magistrado~,
á solicitud de
los 'calígrafos damnificados en su industria, obliga·
ron
á
los impresores á firmar sus ediciones para
impedir el fraude.
Es un hecho incontestable, que con la difusión
de la Imprenta
y
la multiplicación de los libros,
el pueblo ávido de
ilustrarse, podía comprar
obras que ai'ios antes le era imposible adquirir
por lo elevado de sus precios;
y
así, paulatina–
mente, las ediciones tipográficas hicieron compe·
tencia
á
los manuscritos, hasta que por fin es–
tos últimos desaparecieron casi del todo y no te–
nían valor alguno, pues sólo se estimaba á aquellos
que la Imprenta no había aún reproducido.
De todo lo expuesto tocante al invento del arte
de la imprenta, se deduce en resúmem
Que las impresiones hechas en Holanda desde
el a fío
1431
hasta el de
1440,
fueron puramente
tabelaria& ó xilográficas, y despues de caracteres
moví bies de madera.
Que Juan Guttemberg permaneció algun tiem–
po en Estrasburgo haciendo ensayos con San·
tiago Mente! para imprimir con caracteres moví·
bies de. metal;
I?e.r~
que no habiendo
logrado su
p_ropóslto, se d 1ngt6
á
Maguncia, su patria, aso·
ctándose allí con Juan Fust, con el cual tampoco
se puede probar que haya logrado tal intento
hasta 1455, época en que se deshizo la sociedad
celebrada entre ambos.
Y finalmente, que Pedro Schceffer inventó el
~o~o
de fundir los caracteres, con cuyo proce–
dimiento se completó el descubrimi ento de la I m·
prenta.