A éstos siguieron, al afio siguiente, los impreso.
res de las ciudades de Venecia y Milan, cuyas edi·
ciones aparecieron con fechas.
En
'1470
y
I47I,
la Imprenta se divulgó con más
generalidad por las fechas de los libros y lugares
de su procedencia, pues desde entonces vemos que,
sucesivamente, los impresores de Nuremberg, Pa–
rís, Roma, Foligno, Trevisa, Verona, Estrasburgo,
Bolonia, Ferrara, Nápoles, Pavia y Florencia, fe.
charon sus ediciones.
En
1472,
los de Cremona, Padua,
~1antua,
Mont–
real, Jesi, Munster y Parma, siguieron el mismo
ejemplo.
En
1473,
los de Brescia, Messina, Ulm, Buda,
Alost, Utrecht y Lyon, también se revelaron por
sus ediciones fechadas.
En
1474,
los de trece ciudades más se adhirie·
ron á la emancipación de la Imprenta, entre los
cuales Espafia cuenta á los tipógrafos de Valencia,
é Inglaterra á los de Londres.
En
1475,
los impresores de otras doGe ciudades
tomaron cartas de emancip!ción fechando tam–
bién l'us producciones tipográficas.
Y así, sucesivamente, la Imprenta lleg6
á
divul–
garse en todas partes, hasta generalizarse univer·
salmente.
'
Pero para llegar
á
este resultaqo, ha sido pre-
ciso que tracurriera el período de cerca de veinte
afias, y eso solamente ha sucedido
á
medida que
el secreto de la Tipografía llegó
á
ser del domi–
nio público y cuando ya no era posible ocultar
por más tiempo sus operaciones.
Si se atiende, por un lad o, á la carencia de fechas
en la mayoría de las ediciones hechas durante los
veinte ai'íos que siguieron al descubrimiento de la
Imprenta, y si, por otro lado, se toma en conside–
ración el olvido
é
incuria de los bibliógrafos an–
tiguos, que, al ocuparse de los
INCUNABLES.
no
han tenido la minuciosa precaución de indicar las