GLORIA.
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e
Daremos' un paseo por la playa, si les
pa–
rece
á
ustedes.»
D.
Juan,
el
doctor Sedefio, Rafael
y
el
cu–
ra accedieron muy gustosos.
t
'Veremos llegar las lanchas-·indicó el cu–
ra, pOlliéudose la
~ano
á
guisa de pantalla
aute los ojos para mirar el mar.-Hoy ven ..
dl'á buena sardina... Hola, está
picad~
la mar.
- ¿'fendremos temporal?» preguntó Don
Augel.
El cura miró
al
cielo y al horizonte. Pare–
cía que olfateaba las vías aéreas, inquiriendo
el rastro de las teropestades.
«'fendremos\ vendaval esta tarde,'-afirmó
, echándose atrás el manteo, prenda para él de
grüudísimo estorbo, pero que no podía menos
de usar niientras acompatlase al Pl'elado.
-Hombre de Dios-djjo éste con festivo
disgusto,-¿se empefiará usted en aguarn08
el paseo?
'
-D. Silvestre-manifestó el padre de Glo–
ria, -se deja atrás
tí.
los mejores barÓmetros
conocidos. »
Romero extendió la mano hacia el Noroes–
le, sefialando un cerro aplanado cuya falda
toe,aba el mar
y
que tenía por nOlnbre la
00-
~ra
de Fronilde.
clufalible-dijo.-Hay celaje allí, y na