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8Q
B. PÉREZ GALD6S
I
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un ventanuco desde el cual se atisban con
buen ojo el jardín, los patios y -:/corredores de
la
casa de Lantigua, asegura ques i Glo!ia
tu–
viese algún novio del tamaño de una lenteja,
ó
-recibiese cartas,.
ó
hablara por el balcón,
á
ella
no se le .hubiera escapado. Lo ínismo dicen las
dos hijas de
D.
Barlolomé Barrabás, ambas
muy instruidas en todas las historias del pue;.
blo,
amig.as-íntimas de Francisca Pedrezueht,
- criada principal de
lo~
Lantiguas.
Y
sin em–
bargo,
el otro
existía. ¿Dónde? ¿Quién era?
La seilorita descendió al jardín 'después de
la comida. Entonces, sin m'over los labios, ha-
blaba. Oigámosla:
_
cEs una ' locura-decía,-esbo que tengo: –
es una locura pensar e!l lo que no -existe, y
\
desvanecerme
y
afanarme por una
perso~a
imaginaria.•.
Fueia~ Lfuera tonte~ías,
ilusiones
.
(
vagas, diálogos mudos. Aquí
~ay
algo
'de
en-
fermedad sin duda,
y
mi cabeza no puede es- .
tal' buena. Vivo en grande
erl'Ol~,
sueilo lo im–
posible, lo que no existe ni puede existir sobre
la tierra.
¿En-
qué -consiste, pues, que entre
todos los hombres que
hé
visto
y
oído
y
cono–
cido, ninguno se parece
á
éste?
Si
mi
padre
y
mi tío le conocieraDí no harían tantos elogios
de Rafael. -
..
»¿Pero cómo le han de conocer, si no existe,