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I
XXIV.
''8
leñadoras
de Flcóbrlga.
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Cuando IsidoritaJa del Rebenque vió entrar
á
aquella senora tári 'apersonada, tan guapa,
~:
. tan seria,' con tan peregrina.elegancia vestida; .
cuando vió que
'~ra
seguida de otra
mujer me..
. nós hermosa, que "no parecía ama, pero
tam–
poco criada; cuando vió que t 'ras el coche ocu–
pado
p.orellas vino un segundo vehículo con
equipajtas,
y
que todo esto, mujeres
y
baúles,
_ se aposentaba en
el
casa, divisó
un
dorado ho–
rizonte de libras esterlinas;
y
no pudiendo re–
sistir el gQzo que de
eu
espfritu se amparaba
por aquella razón, mandó llamar
á
sus amigas
para ".
~ontarles
lo que ocurría,
y
rogarles
le
prestasen alguna loza
y
ajuar de camas.
El
r esto
de
la
tarde del jueves lo pasó disponien ..
do el alojamiento de las dos sefíoras,
á
quienes
trató con la más delicada complacencia, mul ..
tiplicándose para servirlas, ponderándoles las
excelentes vistas de la casa (de cuyos balcones
se dominaba media Abadía, parte del
cemeD-