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GLORIA.
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autoridad
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fQrma de mirada al .. -
~ilera,- ind.gad~ra, ,te~rible.;
pero las. dos se–
fioras, qu'e
si~
duda
9.9'
es~abl\~ hec~as
á
~i.
,raqas de alcalde, soltaron la risa. D. Juan,
llam.and.o al alguacil, fulminó
al
puil~o
una
orden, d.iciéndole corriese
á
ver
qué casta de
_ ..
pájaros
eran
áqUéll~s
y
por
qué
estab~n'
alU,
y
por qué miraban la procesión,
y
,por _qué
llevaban
sombre~o,
y
por qué reían,
y,
,~n
fip,
por qué respiraban sin permiso del Ayunta–
miento.
A
la casa de Lantigua llegó el ·rumor
de los' vivas
y
~cla,maciónes
con que ' era reci–
bído el .Cardenal;
y
. pas~do
el bullicio pr,9ce-
, sionil
y
despejada -la plazuela,
D.
Buenav.en..
tara salió al enc!lentro de su hermat;lo,
á
quien
dió estrechísimos abrazos• .
CPOI.'
un milagro de Dios
me
tienes vivo–
dijo:D. Angel sonriendo.-Si
aún
me asombro
de
ten~r
brazos
y
piernas.•.
1Ay!
hijo, 'crei
que
. no me había quedado hueso sano.
-¿Ha
volcado tu coche?
.-
-En
la
peligrosísima cuesta de San Lucas.
Figúrate
qué
pasó tan malo. No fuimos al río
porque
Dioa
nos reser va
para dar
que hacer
un poco tod&vía. El coche q nedó inútil.... dos
ruedas menos, una ballesta rota. Por fortuna
nuestra,
esta sedora...
l.
El Arzobispo lSei1aló
á
las
dos sellóras que