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B.
PBREZ
GALDÓS
judío de rodillas,' mirando la
proce8~ón.
A
la
derecha se veía el alambre telegráfico lleno de
pájaros en fila, con tanto comedimiento
r
gra–
vedad atentos
á
la comitiva, que parecían to–
cad
08
d.e la más pura devoción. /
Dianse allá lejás los
acordes.defúnebre mar–
cha, tafíida por los implacables trombones
y
cornetines -de la banda del pueblo,
y
la larga
- masa de gente avanzaba despacio por la calle
. principal. De las descubiertas cabezas sobre–
salían los ramos de oliva del primer paso, el
fiotant~
v'estido de terciopelo bordado de oro,
los feroces judíos azotadores,
'y
más atrás una
8e1101'a vestida de negro
y
un palio negro tam–
biél? Pasó la
prim~ ~
imagen, pasaron dos
filas de individuos
e .componían la cofradía
más numerosa de e briga, .todos con vela en
la
nla~o,
y
ni uno
801<1
e· ... .de-apal'tar su vis–
ta
y
su mente e los"lastimosos cuadros de la
Pasión para fijarlas eula casa de Lantigua.
Antes de que acabase la larga fila de los co–
frades, vino el grupo de los azotes,
y
hasta
108
feroees
j
udfos de sa.f1udo aspecto parecía
q
U6
se quedaban mirando al balcón de Lantigua,
suspendiendo sus implos golpes. Gran núme–
ro de mujeres rodeaban aquel grl1po, ellca o–
tadas con negros man tos las
unll~,
otr s e n
humildes pat1uelos, sel10ras y alde llas, a