GLORIA
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para dar al problema de
tu.
vida
~a
solución
que te propongol ¿Pero no te dice riada tu co·
razón, no se enternece contemplando el in–
menso amor de la sacratísima víctima del
Calvario? Lo que
á
gritos dicen tu situación
social
y
los acontecimientos, ¿no lo ha -de de- .
cir tu corazón? Yo veo tan claro esto, nit'ia
mía, que no comprendo cómQ puedes dudar.»
Gloria, los ojos bajos, inclinada la cabeza
sobre el pecho, callaba, trenzando los hilos de
lana del pafiuelo que cubría sus hombros.
«Dada tu situación, no veo otro camino–
af1adió Serafinitae-Mucho habían de cam–
biar los sucesos, para que la lógica de tu por–
venir cambiase. Sería preciso que ese infiel
empedernido abriese sus ojos
á
la luz cl'istia- -
na; sería menester que viéramos una de esas
conversiones l'uidosas que hacen época en el
mundo...
y
esto es difícil, aunque no imposi–
ble. Dime, ¿lo crees
tú
posible?-¿Das crédito
á
los rumores que han corrido?
r
-No,.....repuso lacónicamente Gloria.
I
-¿Crees
tú
que abrace nuestra santa fe? .•
¡Ohl
si así sucediera, yo sería la primera que
te diría:
e
Cásate; tu deber es casarte. El Sefior
lo manda., Tu amor quedaría legitimado por
el glorioso hecho de traer al rebatio n
11
a oveja,
que no por venir tan tarde seria mal recibida...