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GLORIA. -
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sacrificio que te he propuesto como el ' mejor
camino para salvar tu alma; si le consagras
por
e~tero
toda, absolutamente toda tu vida,.
arrancándote del mundo y ',de los mundanos ,
afectos; si haces esto. amor mío, y _pieles,
á
- Dios
que te conceda la redención de un alm'a,
ciega hasta ahora
á
'la
v~rdadera
luz,
¿có~,o
es posible que Dios te lo niegue?
-¡Oh,
Jesús mío!. .. ¡si eso fuera verdadl ..•
-exclamó Gloria deshaciéndose en lágl'ilnas. ..
-y
parece que ha de ser verdad, que ha de
poder suceder como usted lo ,dice.
e.:t '
En
el semblante de Serafinita brillaba
un
destello de alegría infinita, el júbilo d'el triun·
fo evangélico.
c¡Ay-exclamó oprimiendo su pecho,-yo
tengo una convicción profunda...
1Mi
cOl~azón
se abre como un abismo lleno de voces, y
á
gritos clama que ese hombre Berá sal vo por tu
mediación.
-¡Sefiora-djjo Gloria, exaltándose como
su
tía,-yo he orado tanto, tanto, que
tal
vez, ..
!
-No, desgraciada, no basta la oración. Es
necesario el sacrificio; es necesario que lle–
gues,
y
ante esos pies, taladrados por el clavo,
pongas tu corazón dolorido, tu vida, -tu vo–
luntad tus acciones, tu porvenir, tu carne
y
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