GLORIA
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más,
y
las palabras, lo
mismo
que entra la luz
"
.-
p~r
una puerta
cuando
1$ abren, se me han
-arrojado fuera de la,boca, '
y
le he dicho que le
quiero
con tod!, mi vida. No me
avergüenzo
de
ello,
y
mi
conciencia sigue tranquila. Dios está
co-nmigo, lo siento, lo conozco. V"eo la man:o
in~ensa
que traza en mi interior la
cruz,
ben–
diciéndome. ·
~-Gloria,
me ha
dicho;
maldito sea
yo,
mal–
ditos mi padre
y
mi
madre, si no te adoro. Mi
corazón te adivinaba
hace
tiempo. Cuando
te
vi
nQ
me pareció verte, sino hallarte.. ' ¡Ayl Mi
~
corazón
lé
aguardaba- también como
al
herma–
nó
que se
ha
ido para volver.
l.
»Nj una sola palabra ·ha salido de sus labios
~que
no
sea
de ml agrado. Ni un solo movimien-
to he visto en él que no
me
enamQ....e
más.
Su
person~
es perfeQta, su -corazón -lleno de 'bon–
dades que -nunca se agotan, su.. entendimiento
como
el sol
que
todo
lo
alumbr~,
su
ge~io
sua- -
u
ve
y
dulce
qu~
jamás
ofende,
sus
palabl'"as de-
"licadas.
,Me
adora
y
le adoro.•. Pues bien, yo
pregunto al cielo
y
á
la'
tierra,
á
lo~
hombres
y
á
Dios: c¿Por
qué'este hombre
no
ha
de
ser mi
marido?
¿Por qué
no
ha
de estar unido
á
mí,'
liendo los
dos uno solo en la vida usual,
como
somos uno en
la
del espíritu,
y lo
seremol
siempre, sin que nada ni nadie lo pueda impe-
-
/.