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XXVI
El ángel.!ebelde.
- J
Por'
las
noches,
,después d,e
la
cena
que
'Te-:
crea
y
enamora"
se reza
ba
~l
rosarIo en el come·
dor,
con la puerta del jardín abierta .si el'tiem..
. , - po
era bueno. Durante
~ste
acto piadoso, Mor-
¡
,1
.
¡
. to'n salía
fuera,
pero permanecía
'sentado
en '
el jardín
con
la
cabez.a
descn
bieria. '
.
Tras
la
cena
venía
un
po~o
de
grat~ . tertu
lia,
y
luego cada
cual
iba
á
,su', cuarto.
Glori~
subía la
últi~a.
Poco
después,
toqo era
~ilen.
cio: envuelta en' sombr'ss de sosiego, .
.1a easo,
do'rmia,
tranquila
y
callada
como
eljus'to.
Pero en
la
habitación de la esquina 'velaba
el
pensamien,~o
y
seguián
r
abiertos,. fijos
~n
la ,
obscuridad
r,
los
ojosue
Gloria. Ell'uido
de una
-cercana fuente, 'el canto de los sapos
y
ti
veces
el silbo amoroso del
viento,
formaban en torno
al cerebro de la j oven,despierta un ritmo ex–
tratio que
favorecía
la actividad de su
imagi.. '
nación. De su brazo
derecho
hacía
una
~uroola,
dentro de la
c~al
metía
la cabeza,
escondiendo