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B. PÉBBZ GALDºS
carae..• Yo tiemblo, yo veo llegar el
pesadó~
pie
f
d~tbuey...
'
•Hoy• cuando salió á pasear
ti
ca-ballo, ¡tar–
-daba tantob-,-. yo crei que no
volv:~rfa
más,
y
una nube negra se asentó sobre
mi
corazón,
oprimiéndolo.
Cuando
le
vi aparecer, cuando
sentí l,as herraduras 'del animal sobre las pie-
.
.
dras del
p~tio
viejo, me parece que _todo se
ilu- ,
minaba. Yo
no
sé
lo'
que es esto.
¡Qút\
cos,a tan -_
eitratial
Recuerd~
que cuando he tenido días
de estar
,muy
triste, por ejemplo, cuando
ÚlU-
' rieron mis hermanitos, todo se revestía de mi -
pena. Los
árboles-
y
~as
casas y el '
cielo,
Fran"' _
cisca, mi
padre, mi cuarto, mi vestido, el jar..
din, la escalera, la vajilla del comedor, la jaula .
del pájaro, las magnolias, el
~amino,
los palos
del telégrafo; el reloj de la
Abadía,-las
nubes, -
1.8
barcos,
Germán,
Oaifás, el
cura;
mi dedal,
l~
estera, lós prados, las teclas
del piano,
todo,
todo
esta.ba vesti.dode
mi
tris-teza. ',Ahora todo
está
vestido de él.
:tüace diez
días
~e
dijo, lo
que
ya
presagia-"
ba mi corazón•. . Hace seis que me exigió una
respuesta. Bien claro debía conocer, al dirigir–
me la palabra, que el alma se me estabasalien–
do por
los
ojos. M
uch~s
días hemos estado di·
ciendo
discreteos que
en
mi
eran
ve,rdaderas
simplezas. Al fin no hemos
podido
disimular