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B. PEREZ GALDOS
liambro-dijo Rafael dando una gran
palm~d8..
en ' el hombro del gigante clérigo.-¡Ob,
--si
to–
dos los -negocios que he traído
á
este Ficóbrjga.
de mil demonios fueran tan bien como el de mi
,elección .••
1
-¡Ahl
¿Lo dice usted por
la
sefíorita de
Lan- .
tigua?
¡Qué
bocado de ángeles!. .• Usted tiene
l.
culpa de que este pez no
h~ya
picado.••
-¡Si Gloria no me quiere, ni parece inoli.
llarse
á
quererme nunca...
! -
'
- Ya; después de casada ya
~a
enderezaría
yo
- ,afirmó el cura.-Ello es que usted
ha pues-
to su asunto en manos de
D.
Juan, y éste,-con
las finuras y tiquis .. miquis, que usa,
lo habrá
echado
á
perder.
Si
yo fuera
n'o
j
uan, saldda
. del paso
dici~ndo:
cNifia,
á
casarse,
y
chitón.•
-A
mí nadie
~e
quita de la cabeza
que
Gl<r
ria
tiene algún novio en Fic6.brigá,,-dijo
Ra-
,fael pensatiyo.
.
-Lo que es eso•..
Yo
sostengo que
~sta
ni.. ,
.:fía,
á
pesar de su viveza
y
de sus 'ojos que'echan
lumbre, es un hielo..
.
- .
- Qué sé yo; qué
s~
yo.•.-indicó el joven
campeÓn de Cristo Inirando fijamente al
~uelo
y
pronunciando con lentitud palabra tras pala-
I
'
bra¡-le digo ,
á
usted que esa nida me tiene
ya
hasta la corona.:t
Gloria no quiso oir más
y
se,,retiró..