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B. PÉREZ
GALU6s
la siniestra mano en la hoja' impresa.-
Oiga
usted este caso.»
. y
leyó. D. Juan, apartado el jicarón, ahue.
có
la palma de la mano y
la
puso en el oído
al modo de trompeta.
Era
un poco
tenienté~ '
es decir, sordo de la oreja derecha, -sobre todo
cuando había variaciones atmosféricas.
En
tanto, D. 'Angel salió murmurando, una can–
cioncilla y acompaílado de su sobrina.
cPicarona-le dijo,-gracias
á
Dios que
te
echo la zarpa. Tu pad-re quiere hablarte.–
Gloria sintió pena, porque recordó que
cuando días -atrás le dijo su tío:
ct~
padre
I
qui~l'e
hablarte,
~
fué para el -enojoso
asunto
de Rafael.
Al
pasar al jardín cogió' en la puerta una
fior de madreselva y
se la
puso eula boca
para
mascullarle
el
palo .
cJuan se queja-indicó
el
Obispo,-de que
no le has contestado atin
á
una pregunta que
te hizo.
-¡Ahl
ya sé.•.- dijo 'Gloria, sintiendo qUE>
las
palabras de su
tío
se
le
cla
vaban-
en
el
co-
,
.
razon como espInas.
. -Pero
yo
no me mezclo en tales asuntos–
afiadió Su Ilustrísima.-Allá te entiendas con
tu padre. No es sino que como hoy se
marcha
ese joven... Pero hazme el favor de no andar