La
io lencia la he vivido desde muy niña. Mi mamá me ha
contado que Sendero a esi nó a mi tío y a mi abuelita, a quienes
le cortaron la yugular. Mi mamá siempre llora cuando se
recuerda, obre todo p rque la amenazaron con matarla porque
había enterrado a u mamá. Los del Ejército se lle aron a mi
papá al e tadio d e Huanta, d o nde lo azotaron hasta que el
palo se rompió. Castigaban a todos lo varone , obre todo si
eras autoridad . En e a época mi papá era ecretario. A todo
lo llevaban al e tadio para ca tigarlos. Me acuerdo que cuando
había atentado y re encaba algo, todo se apagaba, comíamos
en ilencio, en la oscuridad , in luz, o lo a elas. Recuerdo
también que un día , con mi mamá, es taba regresa ndo a la
chacra y en una cuneta había aco y aco de bulto . Yo pateé
y e ra gente. Yo grité, pue . Eran como la seis de la tard e y, yo
de curio a no má , me acerqué a lo co tales. Mi mamá me
dijo que no aricara, pero e o e me quedó aquí, ha ta ahora lo
iento, no puedo explicar por qué.
El último año de secundari a quería ser policía o veterinaria,
po rque me gu taba cu rar a lo aní male , o peraba a mis cuyes,
les po nía inyección, castraba a los perro . Lo d e po licía era
po rque había mucha mujere que le pegaban u maridos y
no d ecían nad a. Me daban pena y yo decía: •Voy a ser po licía,
voy a ser la muje r que defienda a otra mujer». Pero ento nces
conocí a Claudia. En realidad, yo la había conocido en tercero
d e media y cuando e raba e n quinto e ll a me llamó . o
conocimos en la plaza d e Hu anta. E tábamos recauda ndo
fondo para la promoción del co legio y yo había coci nad
e taba vendiendo puka picante. Ento nces, Claudia se acercó
como man o corde rito y comenzó a preguntarme qué hacía,
d ó nde estudiaba, dónde ivía. Comenzó a mete r e e n mi
mundo
y,
de pronto, me dijo: «¿Te gustaría trabajar en una
película?». Yo le dije í, por qué no. Le di un teléfono y dos
año de pué recién me ll amó.
Recuerdo que fa ltaban dos día para que acabara el colegio
y C laudi a llamó. Como yo no tenía número, le había dado
el teléfono del co legio. Ahí me llamó. Yo me había o lvidado
de quién e ra, pero me hizo reco rdar lo del parquecito y lo de
la puca y me d ijo: «Esta emana an a ir para hacerte el
casting•.
Yo no sabía ni iquiera qué era un
casting,
pero igual fu eron
a mi casa para h acérmelo. Me dijeron que fueron como
trescienta chica de la zona de Ayacucho a quiene les hici eron
casting:
de ahí salí yo. Luego recién me trajeron a Lima para
hacer el
casting
nue amente. Ahí recién mandaron para E paña
para ver i Le gu taba a lo productores y fue as í como me
eligiero n . Al te rminar el co legio me vi ne para la fi lmación .
Te nia 18 añ os. Aquí me ponen un profesor de actuación
que h abían traído de España, lñaki. El profeso r era muy
bueno. En do , tre emanas me enseñó a saca r sentimiento ,
a meterme en el mundo del pe r o naje. Había escena en la
pelicula, como las del ince to, en las cuales yo chill aba: «¡ Pero
yo no hago eso!•. La directo ra me decía q ue yo no lo hacía,
VISIONES DE LA MODERNIDAD DESDE LO CHOLO
La
etnicídad fractal
y
los significado
subordinado del mestizaje
Klor de
Al.vaha
sugerido que
«como
resultado de la variedad de procesos que
representó,
el
mesti;_aje
en
Latinoamérica
tiene
1ma camaleónica naturale;_a que
Le
permite ser occidental
en presencia de los
e uropeos,
indígena
e n los pueb los
nativos
e
indio
en los barrio contem–
poráneo de Estados Unido • (1995:
243, énfasis mío). Si bien
estay
de acuerdo
con
esta heterogénea naturaleza del
mesti;_aje, difiero respecto a
La
idea de Klor
de Alva
en otro
importante
sentido. Pienso
que Los
diferentes
significados del mestizaje
representan declaraciones políticas en
competencia, que los individuos subor·
dinados y
dominantes
hacen
sobre
el
espacio
que ocupan
Las
identidades
subalternas en
La
nación
y que,
en
ese sentido,
no
son
simplemente
el
reflejo de 1tna naturale;_a
ca maleó nica que varía
sin
mayores
'
problemas
en función
de los diferentes
in terlocutores.
Visto
de
es te modo,
el
•mestizaje•
no
es
ttn terreno
de
encuentro
-el
meltina pot
latinoamericano-,
como
ha
propuesto
La
perspecriva
dominante
mexi ca na apoyada en la obra de
Vasconcelos
(1925).
Se trata
más
bien de
un terreno
de
contestación
política y
reformulación dialogística,
en
el
cual Los
intelecruales de
La
élite y Los intelectuales
populares disputan acerca de los signi·
ficados de
Las
categorías de
identidad
y los
de:reclws a
La
plena ciudadanía.
De acuerdo
con
Paul Gilroy
(1993 :
2)
creo
que
creo liza ti on, métissage,
mesti;_aje e hibridez
son
conceptos que se
derivan de formulaciones de principios de
siglo y que
son,
por Lo
mismo,
maneras
bastante insatisfactorias de nombrar los
procesos de
identidad
que exceden Las
fronteras de Los discursos binarios de ra;_a
y emicidad.
pp.
333-335
DE LA CADENA,
MARISOL
Indígenas
mestizos: raza
y
culrura en el Cusco. Lima,
lnstiwco
de
Estudios Peruanos, 2004.
33