ORAOION FUNEBRE.
clases
ni condiciones, desde el obrero acaudala–
do
de las
grandes ciudades hasta
el
labriego
pa -
cífico de nuestras feraces campiñas, corrian a
1
aumentar las filas de nuestro ejército. Un 1me–
blo que responde con tanto entusiasmo como
es–
pontaneidad
al
grito
d4'
alarma,
es
evidente,
..
~·
no puede ser vencido. Tanto mas, señore•,
cuanto que la divisa que enarbolabais al salir de
la
patria tenia. esta consigna, por mar i tierra,
<lesde
Iquique
hasta
Angamos
i
desde
Pisagua
hasta
Miraflores, fielmente ejecutada,
como
única órden del dia ántes de entrar en combate:
"Vencer
o morir:" o llegar a la victoria como
vosotros,
señores,
que
ha.beis tenido
la suerte
sobrevivfr despues de cien encuentros:
ó
llegar
a la muerte, como los denodados compañeros
de armas que ban caido a millares sohre las aras
sagradas de la patria querida.
v.
J>ero no es
esto solo: hay
más todavía, mucho
más.
l~ara
apreciar en toda
au
extension la ener–
jia
i
eLempuje
irresistible
ele
nuestros
bravos
guerreros, es necesario contemplar de cerca
i
con p1·ofunda admiracion las dificultades
i
pe–
ligros ele
la empresa acometida. Debia lucharse,
no solo contra las balas enemigas, sino contra
17