ORAOION FUNEBRE.
madres, de nuestras esposas
i
de nuestros hijos,
ántes de exhalar el
postrer aliento
en
tierra
ex–
traña como la última prueba de nuestro inmenso
amor, os damos la victoria
i
os enviamos la
paz1"
Decidme, vosotros, compañeros de armas
i
de
sacrificios, que
corristeis
el
mismo
peligro
i
que visteis caer a
vuestro lado a esos valientes
i
denoclados amigos, ¿no sentis en este
momento
solemne la
necesidad
de
bendecü·
a Dios
i
de ro–
garle que escuche benigno
nuestras
preces por
esas almas
ilustres?
¡Ah!
¿Quién
pudiera
inter–
p1·etacr
vuestros votos, encomiando como es de–
bido a esos insignes patriotas? Testigo ocular
de tanto arrojo, de tanto heroismo
i
de tanta
abnegacion, lo único que siento,
i
os lo confieso
con injenuidad, es que mis palabras no espresen
fielmente mis deseos
i
que la vibracion de mi
voz no sea una armonía t.an elocuente cual co–
rresponde a las proezas que ellos ejecutaron.
Pero os
diri~
con sencillez
i
con ternura lo que
vosotros conoceis mejor que
yo
mismo. «Nos
dieron ejemplo de constancia
i
estuvieron siem–
pre prontos a morir por sus leyes
i
por su patria.)}
Hecibieron una recompensa adecuada a su
grandioso sacrificio, i Dios en su infinita mise–
ricordia. escuchará
el éco dolorido de la
Nacion
creyente, que a la sombra de
la
cruz señala a
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