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Discurso
I.
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No hay duda que las expresiones
figu~
radas adornan el estilo , y hacen agradables las
narrati vas : son como Bores industriosamente
dispuestas para hacer vistosos unos jardines, cu..
yo desnuJo lugar solo manifestarian una tris–
te desnudez: son como brillantes piedras , que
esparcen entre las sombras sus resplandores,
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como sonidos deliciosos , que despiertan
la
atencion de los oyentes. Mas llevando los hom–
bres todo al exceso , y pocas veces contentan–
dose con un justo medio , si en varias narra–
tivas usaron de ficciones,
y
figurados modos
de hablar, acomodados
a
la naturaleza de
SUS
-
asuntos , no menos abusaron freqtientemente de
esta libertad en un modo extravagante,
y -
ri–
diculo, esparciendo tenebrosas confusiones,
dan~
do motivo
a
conceptuar el simbolo por la co..
sa simbolizada,
la
figura por lo figurado ,
y
la
ficcion por la verdad. Esta ocupacion del
entendimiento humano , extendida casi
por
todas las Naciones,
y
Pueblos que cornpo–
nen el mundo , pues en ninguna parte
falta–
ron , ni
faltan hombres de sublime penetra–
cion , propagado en ideas diferentes ,
y
en
voces poco conocidas fuera de su pais,
y
co~
municadas de unas Naciones
a
otras , debio
cau-