sobre las Teologfas Nacionales.
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ni en otro conocieron mas Hmites que los de
su imaginativa :
tanto se
extendia
la
ficcion
quanto esta podia extenderse.
El
furor poeti–
tico, y la extravagancia de sus alegorfas lle–
go a
lo mas vergonzoso '
0
digamoslo asi '
a
la mayor humillacion en que puede verse . el
esplritu humano, delirando en prosopopeyas,
que la razon se corre de oir. Dioses de am–
bos sexos casados , galanteadores , ad1Hteros,
ladrones, disidentes, y guerreantes entre sl ,
y
ultimamente cargados de quantas iniquidades
se
reconocen entre los hombres mas perversos..
Asi no es mucho que en los Pueblos se h:1ya(1J
introducido abominables costumbres , tenien""
do tan
a
la vista los exemplos de
SUS
Divini.,
<lades (
1).
Es cierto que las leyes reprehen•
dian ,
y
castigaban severamente los vicios; pe–
ro
que vigor en las Ieyes, subsistiendo contra
ellas los testimonios de su transgresion en los
F 4
Dio-
(1)
Enim vero , cum pauci admodum illi sunt , quibus hanc
ad philosophiam aditus pateat, tum sane rudis,
&
imperi-:
ta multitudo vulgares istos de Diis sermones deteriorem in
partem interpretari solet ' atque in alterum
e
duobus inci-
1
dit , ut vel Deos aspernetur tot ac tantis miseriarum flucti–
b.u~
jactatos '· vel nullum flagitii , scelerisque genus cavend um
s1~1.
a: de?linandum putet, cum ex Diis ipsis usque adeo
fa–
m1hana fu1sse videat.
Dionysius Halicarnas. Histor. lib.
1.