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·zo

·

Discurso

I.

·

z

I

Parece verisimil que los Atenienses,

viendo por una parte innegable un Ser Supre..

mo,

y

dominador absoluto ,

y

viendole por

otra parte deturpado en tan extravagantes ideas,

concibieron dedicar aras

a

u'n Dios '

a

quien

no fuese aplicable idea alguna de las en que

el vulgo estaba preocupado en los conceptos

de la divinidad. Para libertarla de impostura no

-usaron de representacion alguna, 6 simulacro

que le demostrara, ni le pusieron nombre que le

significase, contentos con una inscripcion que

.decia :

Ignoto Deo. Al Dios desconocido.

Si esta

inscripcion no esta exenta de ridlculo, no pue–

de negarse tener razon de conveniencia, segun

las

circun~}ancias

de los tiempos; pues nunca

.mas Dios desconocido, que

buscado

entre tan

portentosas quimeras. Intitulada aquella ara

Al

Dios desconocido

,

significaba bien su dedica–

cion al Dios verdadero , no conocido por los

hombres , ni por consiguiente numerado entre

la

multitud de simulacros que veneraba el Gen–

tilismo. A Io menos , mas bien

a

esto que

a

·otra cosa alude la sentencia del Apostol : aquel

Dios,

' &

gratiarum actionibus, porrectis in Ccelum manibus, vene–

, rati sumu$.

Lucian. in Ditilogo

Philopatri~.