Dscurso IV.
milagros , se curan endemoniados , se expelen
los diablos ;
y
he aquí que la hija se finge
endemoniada : los padres la creen, se compa–
decen ,
y
condescieriden con sus deseos , los
que se ven por este medio logrados :
y
como
la enfermedad nacía de -su 'Capricho, muy pres–
to sana ; pero si todavía con la romería
no
ha quedado satisfecha, renace el mal ., apetec_e
visitar todos los Santuarios ,
y
con sus artifi–
cios ,
y
engaños consigue todos sus in tentos.
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Este es solo un exemplo ,
y
en ver~
dad no poco comun
de los
motivos de estas
ficciones.
Se
ven cierta1nente en
los
sucesos
de endemoniadas los enredos ,
y
cavil~ciones.,
de que la humana imaginaciorr es capaz.
Al–
gunas hay que no tienen- mas motivo que la
desidia ,
y
holgazanería ; pues hallándose fuer~
tes ,
y
robustas, jamas se verán. con una
rue–
ca en la mano , ni_ otra labor , ocupadas en
sus fingimientos ,
y
ademanes , gestos ,
y
dia-.
bluras, proveídas con el motivo de .endemo~
niadas - del socorro de .los crédulos caritativos-.
Si se les dice , cómo no se ocupan en algun
exercicio ,
ó
labor , la. respuesta está pronta, ,
que
el espír_itu malo las. impide. Eso será así,
acostumbro
yo
replicar ; mas has de saber,
que