Discurso IV.
Angeles,
y
su inclinacion ;
bien que sin
obs–
tinarse
el Santo en defender la corporeidad
qe
estos Ministros .celestiales. En quanto
á
los
Angeles malos sostiene la misma opinion. En
estos halla el Santo Doctor una nueva difi~
cultad. No
hay duda
(dice) que, segun el
Evan–
gelio , está preparado
un
mismo fuego á los
demonios , diciendo
J
esu-Christo
á
los répro–
bos :
.Apartaos
de
mí malditos
:
id al fuego eter–
~o, que est-á preparado al diablo
,
y
á
sus An~
-
geles.
Y
suponiendo- que este fuego es mate–
rial , es la dificultad de cómo puede obrar so-–
bre meros espíritus ,
si
tales son
los
demo–
nios ·.:
claro
es
, ~
que
segun
la
naturaleza
de
las cosas ,
lo corporéo
nada puede obrar so~
bre
lo
que carece
de ·.
cuerpo.
Por
huir este
inconveniente parece
el
Santo Doctor por una
parte inclinarse · al pensamiento de Odgenes,
de quien · refiere San Gerónimo creyó que los
demonios en culpa de su pecado , siendo an–
tes incorporeos , recibieron cuerpos aereos
para . ser
castigados en ellos (
I ).
Por , otra
- par-
-
( 1)
Asserit Origines d~mones ob majora deliéta, aereo cor-
pore esse vestiros.
Hier. epist.94. ad Avitum.
Si autem trans–
gressores illi antequam transgrederentur ·ccelestia corpora ge–
rebant , neque hoc mirutn est , si conversa sunt ex. pccna ~n
ae-