Angeles
,
y
De1nonios.
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rices del endemoniado , luego este se turba–
ba. El Exorcista conjuraba
al
diablo dexase
libre aquel cuerpo ,
y
se conseguia el efeéto;
y
de esto hizo pruebas delante del Empera–
dor Vespasiano. De otra raíz , que se produ..
ce en la Judea ,
y
obra lo mismo con sola
la
aplicacion al cuerpo , habla el mismo Histo–
riador (
1).
Facilmente podemos salir de este
embarazo negando los hechos ; pero se nos
opondrá lo que leemos en el libro de Tobías,
que el humo de las entrañas asadas de cier–
to pez , es á propósito á expeler los demonios~
Esto no podría suceder
no
siendo corporeos,
porque la corporalidad del humo nada
podía
obrar contra una naturaleza incorporéa.
Mas
ni aun esta dificultad es insuperable : aquí la
Escritura claro es que quiso
con
estas mate•
riales expresiones significar
un
sentido todo
espiritual; como en toda aquella hist9rica nar–
rativa no mira
á
significar otra cosa, que el
premio de
la
verdadera piedad (
2).
·
4 3
Hemos hablado ya del pensamiento
de San Agustín sobre la corporeidad de los
S 4
An-
( 1)
1oseph.
de
Antiquit.
lib.
8.
cap
.2.
( 2)
Tobite
cap.6. v.
8.