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gar de donde no puede retirarse tan

pronto. ¡

Ay

infelíz ! tal vez si se

quedáse allí, bolvería á renegar otra

vez !

2.

Pues qué ha de hacer

?

No

llora siriceramente su pecado?

Sin

duda: pero la parte mas esencial de

la

penitencia , es salir del peligro,

y

huir de él, porque de otro modo,

se

reincide ;

y

el que no se apro–

vecha de su caída , llega á no tener

recurso ,

y

á

no poder levantarse

jamás.

Atended

á

la flaqueza del cora–

zon humano. Pedro llora ; pero ved

aquí para él otra prueba , el escan–

dalo de la Cruz. Vienen

á

decirle,

como

á

los demás, que

J

esu-Chris–

to havia resucitado :

y

se muestra,

como ellos , incredulo; no obstan–

te que los que le anunciaban la re–

surreccion de Jesu-Christo no ha-–

dan mas que referirle el cumpli–

miento de lo que él mismo havía

dicho

á

sus Discipulos,

y

á Pedro.

He aquí otra caída lastimosa,

y

otra

prueba de la flaqueza humana. Je-

T

2

su-