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havia llegado entonces
á
la perfec–
cion , y que podria yá acompañar
á
Jesu-Christo hasta la muerte. No.
conoce -1,quí , oh Christiano, por
quántos grados de amor es necesa-
rio
llegar al grande,y perfetto amor:
J
h
á
aquel amor, del qual Jesu-Chris-
0
•
xv.r3.
to
nos dirá luego, que no hay otro
mayor , y que nos hace dár nues-
tra
vida por los amigos.
San Pedro, con aquel amor que
le adquirió, con preferencia á sus
hermanos los Apostoles, una prer–
rogativa tan eminente, aun no llegó
á
ese punto.
i
Y quién se huviera
atrevido
á
decírselo , si Jesu-Chris·
to no lo huviese hecho
?
ro os em–
hiaré,
dice,
el Espiritu Santo; pero
vosotros
: : :
Vosotros
2
con quiénes
habla
~
Con sus Apostoles sin du–
da , entre los quales estaba San Pe–
dro.
Vosotros
,
pues ,
os quedareis
en la
Ciudad
encerrados en el Ceo«
nacu1o para orar , y no saldreis de
él ,
hasta que os veais revestidos
de la virtud
de arriba.
i
De
qué te-
T
J~
1.:é.n