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debilidad el éco simpático que esa misma propaganda despierta C!n nuestras

filas.

>

Tan odiosa acusacion poco abona en favor de la lealtad con que aboga

El Siglo

por la paz.

»

Y mas injusto, y mas apasionado se manifiesta, cuando afirma que no he·

mos querido oir antes esa invocacion á la concordia que h oy acojemos con

júbilo.

>Jamás desoimos ese llamamiento, ni como escritores, ni como ciudadanos .

Nuestra propaganda ha sido de paz y de tolerancia. No podríamos desmen–

tirla, con ningun acto, con ningun pensamiento.

>

Las bases de paz que

El Si¡:lo

presentó en la discusion con el Coronel

Estomba, estaban de antemano en conocimiento del General en Jefe del Ejér–

cito Nacional, quien nos había autorizado para manifestar su aceptacion, al

ciudadano que habia venido á nuestro campo con la h onrosa mision de pre–

sentarlas.

»

Antes de eso, el Sr. General D. Miguel Lobo, Almirante de la Estacion

Naval Española que interpuso su amistosa mediacion en la lucha, halló en el

General en Jefe la mas favorable disposicion, y solo

fué á

estrellarse en el

absolutismo y la intransigencia de vuestros adversarios.

>

Por último, mas tarde, cuando la revolucion victoriosa se hallaba

á

las

puertas de l a capital, el General en Jefe se dirije de nuevo al Presidente

Batlle, apelando

á

su patriotismo y á su abnegacion para resolver la lucha

por medios pacíficos y conciliadores.

>

¿Y es despues de estos precedentes que se nos acusa de aceptar la idea

de paz, por debilidad moral ó cansancio de la lucha?

> No provoque el redactor de

El S iglo

la protesta de nuevas y sangrien–

tas represalias.

~

Si le preocupa una aspiracion sana y legítima, arroje la tinta emponzo–

ñada con que

á

veces escribe, para inspirarse en los altos ejemplos y en las

grandes virtudes del patriotismo.

>

Despues de esta primera t entativa tan infructuosa del Gene–

ral Aparicio, se realizaron dos mas antes que la verificada por

el General Osorio, de que nos ocuparemos mas adelante,

llevadas á cabo e n carácter particular, por ciudadanos bien in–

t encionados, fracasando ambas por la culpa d el Gobierno.

Los documentos que damos á continuacion instruyen detalla–

damente de esos trabaj os y mencionan las causas que se tuvie–

ron en vista para ser rechazados, como tambien el nombre de

las personas que intervinieron en e llos, por lo que nos escusa–

mos de entrar en mayores comentarios.