CA..PÍTULO
IV
La Paz
Antes de la paz de Abril de 1872, segun ya hemos visto en
el transcurso de esta narracion, hubieron varias tentativas des–
graciadas de pacificacion, en todas las cuales no hizo muy buen
papel, que digamos, el Gobierno de Montevideo . Los revo–
lucionarios, en cambio, y particularmente el General Aparicio,
pueden tener la noble satisfaccion de que no solo fueron ellos,
siendo las víctimas, los primeros en propone r
los medios con–
ciliatorios, sino tambien y esto es lo mas digno-que sus exi-
gencias jamás ultrapasaron los límites de lo preceptuado por
la constitucion y la ley.
En efecto, los nacionalistas nunca pidieron otra cosa en sus
proposiciones de paz que las garantías individuales y sufragio
libre, cuyas prerogativas son elementales en la Constitucion
de la República y en cualquier Constitucion republicana; pero
el Gobierno de Batlle eludió siempre estas proposiciones es–
cusándose con la exigencia inadmisible de que antes de entrar
en ningun tratado de paz con los revolucionarios, debian estos,
que habian producido la revolucion por la inconstitucionalidaP,
de su Gobierno y por su autoridad despótica y sanguinaria, re–
conocer ambas cosas como legalmente constituidas y declarar,
urbí et orbí ,
que eran sus sentimientos
patrióticos
y
paterna-