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tentativas privadas
y
particulares que se habia n hecho en ese .
sentido anteriormente por el Coronel Estomba, el General Mo–
reno, el Dr. Ramirez, D. Agustin de Vedia, Magariños Cervan–
tes
y
el Almirante de la Estacion Naval Española en Montevi–
deo, D. Miguel Lobo.
Respecto de los esfuerzos del Coronel Estomba
y
el doctor
Ramirez, nada t enemos que agregará lo que ellos mismos han
dicho en sus cartas transcritas en los capítulos anteriores,
y
por lo que atañe al General Moreno decia en una carta fe chada
en Buenos Aires el 11 de Octubre de 1870 y que vió la luz en
Melo el 26 de Febrero de 1871 en el periódico
La Revolucion:
>
Pero no es solo de la guerra que debemos ocuparno .
En hora buena
busquemos todos los elementos para asegurar el
triunfo po r
las armas, pero
tengamos presente que si podemos conseguir por medios pacíficos el que el
país tenga un gobierno
que dé garantías para
todo ,
debemos preferir las
negociaciones á las lanzas.
Y despues de varias consideraciones abogando siempre por la
paz, propone un proyecto de transaccion, por e l cual supri–
me en primer lugar la personalidad de Batlle y pide se nom–
bre un gobierno mixto provisorio, terminando con esta cláu–
sula:
>
Este gobierno no
tendrá mas
atribuciones, que gobernar el país, para
mantener el órden público
y
garantir las
elecciones
que han de
traer el
permanente. De este acuerdo, no solo habrá igualdad sino
tambien se elejirá
de lo mas honorable que tenga cada partido, porque cada uno presentará sus
hombres mas notables los cuales p1san por una segunda eleccion de sus adver–
sarios, que seri U1Ja purificacio1: mas.>
Y por último, el
r. D. Agustín de V edia, en discusion con
El Siglo
decia lo s iguiente el 5 de Febrero de 1871, que de–
muestra lo que babia hecho él, Lobo y Aparicio en el sentido de
la conciliacion:
>
Todos los números que han
llegado de
Et Siglo
se ocupan de buscar
una solucion pacífica que ponga fin á la actual contienda.
>
Anteriormente,
Et Siglo
había manifestado
los mismos propósitos conci–
liadores, aunque algunas
veces
se
estraviase en
reticencias menguadas ó
evocase tradiciones
sangrientas que para
todo serán útiles menos para facili–
tar la inauguracion de una era de paz
y
de fraternidad.
• Habiéndose
entregado
El S iglo
á esa benéfica propaganda, es bien sin·
gular que en uno de esos últimos números aprecie como manifestaciones de