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Costa del Uruguay, Febrero 26 de 1872.
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S eñor Coronel D. J osé
M.
Gomez.
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Querido Coronel
y
amigo:
Vamos á h acer conocer de V. S. el hecho escandaloso que acaba de tener
lugar y que nosotros no esperábamos de manera alguna.
»
Luego que pasamos á este lado con el Coronel Salvañach,- para seguir
viaje á Tacuarembó, supimos que se proyectaba una espedicion sobre las fuer–
zas que comandaba Olivera, pero como nosotros solo debíamos estar el tiem–
po necesario para prepararnos á seguir marcha, no r:os preocupamos de ello y
mucho mas desde que
el
armisticio 5eguia.
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Ayer de mañana, se <lió órden de reunion para movernos hoy á las diez ;
la gente de Olivera estaba diseminada en sus casas y ese jefe trataba de
reunirla para marchar á Tacuarembó, siguiendo las instrucciones que recibió
del j efe Puentes.
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En la noche de ayer, no sabemos cómo, circuló con profusion una hoja
impresa en que se daba la paz firmada por el General Aparicio.
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Olivera tuvo la candidez de hacer retirar las guardias, y confiado esperó
al dia de hoy para dirigirnos al punto mencionado.
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Hoy de mañana no habria
50
h ombres en el campamento, todos á pié
y la mayor parte durmiendo, y de improviso fuimos atacados por una fuerza
que no bajaba de
200
hombres, entre ellos
50
infan tes,
y
á los gritos de
esta es la paz que les traemos,
rompieron el fuego cargándonos simultánea·
mente á lanza y dispersándonos como era consiguiente.
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Una copiosa lluvia nos ha favorecido, pues de lo contrario hubiéramos
perecido todos.
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E l Alferez Alfredo Rodríguez dormia en la casa de D" Manuela Colman
y de allí fué sacado y degollado, y no sabemos si tuvo igual suerte un soldado
Rios.
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Los muertos, tenemos la creencia que no bajarán de diez, se nos dice
que han tomado algunos prisioneros.
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No sabemos la suerte que le habrá cabido al Comandante V elez y á los
Capitanes Martinez y A lferez Vizcarra. Creemos que habrán perecido.
(1)
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Olivera iba bien mon tado, y tenemos la satisfaccion de anunciar á V. S.
que nuestro querido Salvañach ni ha sido ni podido ser h os tilizado por nadie.
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Silva y Correa no se hallaban en el campo, como muchos otros, de modo
que nada se ha podido hacer.
(1) Este hecho se efectuó en la costa del arroyo Sancbcz, departamento de Paysandú. El
Comandante V elez, uno de los
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invasores, así como los demás oficiales que menciona e
Coronel Olivera, fueron degollados todos despues de tomarlos prisioneros.
Escusado nos parece decir, que ni éste ni los otros hechos que hemos mencionado, fueron
castigados por el Gobierno. Se suscitó una gran polémica por la prensa, se mandaron levan·
tar sumarios
y,
por último, quedaron bien muertos los muertos
y
sus asesinos en completa
impunidad.