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que constituian y compusieron siempre la principal fuerza de
la revolucion.
Así, con enormes dificultades, se emprendió la contramarcha,
entre estrechos callejones de alambrados en unos puntos y por
entre campos de labranza en otros. Como era inevitable, se
producia á cada momento la mayor confusion entre las caballe–
rias, infantería, artilleria y el parque, con su numerosa cantidad
de carros, carretas y carruajes, que se empantanaban á cada
paso, y obstruian el paso á las grandes masas de infantes y ca–
ballos que se atropellaban y confundian para poder continuar.
En esa situacion el ejército de Suarez, seguia avanzando sin
cesar, arrollando á su paso el débil obstáculo que ofrecian las
guerrillas, que venian batiéndose en retirada.
A pesar de todo, tanto el General Aparicio como los otros
jefes de la revolucion, comprendían la necesidad de continuar
el movimiento de retroceso empr endido, pues aunque llega–
ban hasta las inmediaciones del
aucP-, no mejoraba el t erre–
no, compuesto d e campos arados y de grandes sementeras.
El General D. Lucas Moreno, segun el t estimonio de per o–
nas que están bien al corriente de aquellos sucesos, fu é el úni–
co responsable de que se diera la batalla en aquellos pésimos
campos; siendo injustos por consiguiente, y mas que injustos
gratuitos, los cargos que se le han hecho y se le hacen todavía
al General Aparicio por aquel hecho desgraciado, que fué el
primero de los desastres que desde ese dia habian de sufrir los
revolucionarios del 70.
El General Moreno, creyendo seguramente que lo mismo allí
que en cualquier parte triunfarían del enemigo, dado e l entu–
siasmo del ejército y los triunfos que hasta ese dia se habian
obtenido, ó creyendo quizás que Suarez no avanzaría del
auce
por creerse impotente para luchar con los r evolucionarios en
posiciones de ventajosas para él, en fin, creyendo lo que cre–
yera, el hecho fu é que, aprovechando las distancias en que se
encontraban unos Generales de los otros, que marchaban todos
al frente de su columna , ú ordenándoselo así el General Me–
dina, lo que no cr emo , envió un cha que al General
panc10
dici ndole qu aquel General y él opinaban que debía dar e la
batalla en eguida, pue se
enian destruy endo la
caballadas
y
e e ponian á que el enemigo no lo
siguiera mas en aquella
precipitada marcha.
Lo único que se le puede acu ar al General Aparicio, es haber