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cien en que se guarecia, y
el
Coronel Gimenez avanzaba por un estremo del
centro arrollando y clispersando á la caballeria enemiga.
" Ellos se han escopeteado como una hora, nosotros no hemos encontrado
resistencia alguna; en ninguna fuerza hemos tenido pérdidas ; las caballadas,
carros y cañone pasaron facilmente. El enemigo debe haber sufrido mucho,
y h a sido bastante estúpido para no comprender nuestros movimientos, pues
segun todos los partes, se ha quedado inmóvil en su campo.
" Son las siete y acabamos de llegar
á
Solis Chico,
á
medio dia estaremos
en P ando.
" Nuestras pérdidas en todos estos dias, entre muertos y heridos no alcan–
zan
á
20
hombres; ignoramos las del enemigo, pero las reputamos mucho
mayores.
" El objeto ostensible de nuestra retirada es venir á buscar por via de la
Capital los elementos de guerra que no pudimos recibir por mar, á mas de
que el enemigo con sus escaramuzas pampas, hacia imposible la batalla."
Vale.
SEGUNDO PARTE
" Costa de Solis Chico, Dbrc. 23 de 1870. (6 de la mañana.)
"
Exmo. Sr. Ministro de la Guerra, Coronel D. Trifon Ordoñez.
" Sr. Ministro:
" Despues de haber durante dos dias, permanecido con nuestra linea teu–
clida, sin que el enemigo se atreviera á llevarnos el ataque 6 aceptase la ba–
talla, fuera del sistema de escaramuzas pampas
á
que se presta Ja organizacion,
de su ejército, resolví aproximarme
á
la capital para recibir todos los elemen–
tos de guerra necesarios para una eficaz persecuciou.
" Entrada la noche marché sobre la línea enemiga arrollándola por todos
lados y abriéndome paso sin haber perdido un solo hombre, ni estraviado
una sola caballada. El enemigo ha sufrido mucha dispersion ; debe haber te–
nido grandes pérdidas, á punto de que lo juzgo impotente para ponerse in·
mediatamente en marcha.
" Dentro de breves momentos continúo con direccion á Pando.
" Creo que con un pequeño refuerzo de la capital, el ejército puede po·
nerse en estado de perseguir al enemigo
á
pesar de los medios de movilidad
que aun le quedan.
" Dios guarde á V . E muchos años.
J osé
G.
Sttarez."
Así llegó el 25 de Diciembre. Desde la tarde anterior ambos
ejércitos se habían acercado
y
todo hacia preveer que de un
momento á otro, tendría lugar una batalla sangrienta
y
decisiva.
Las noticias de los movimientos efectuados por las tropas en
armas, á corta distancia de la capital, se propagaban r ápida–
mente
y
tenían en zozobra á los amigos de uno
y
otro bando,