REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
357
1iempo que se metía en el lecho, murmuraba al oído
·de Mulgrave que las noticias de Hunger-ford eran en
extremo satisfactorias. Todos se retiraron, excepto el
Duque de Northumberland. Era este joven hijo natu–
ral de Carlos II y de la Duquesa de Cleveland, man–
daba un regimiento de Guardias de Co.rps y era gen–
tilhombre de cámara. Según parece, era por este tiem–
po costumbre en la Corte, que en ausencia de la Reina
durmiese en un colchón en la cámara del Reyun gen–
tilhombre, y aquella noche le tocó á Northumberland.
A las tres de la mañana del martes
11
de diciem–
bre,' Jacobo se levantó, cogió el Gran Sello, dió or–
den
á
l'{orthumberland de no abrir la puerta del
dormitorio hasta la hora ordinaria, y desapareció por
-u.n pasadizo secreto: el mismo, probablemente, por
donde fuera conducido Huddleston á la cabecera del
difunto Rey. Sir Eduardo Hales esperaba con un co–
che de alquiler, en el cual se dirigióJacoboáMillbank,
allí atravesó el Támesis en una pequeña embarca–
·Ción. Al pasar frente
á
Lambeth arrojó el Gran Sello
en mitad de la corriente, donde muchos meses des–
pués ·salió, por casualidad, en la red de un pescador.
El Rey desembarcó enVauxball, donde se habla dis–
-puesto un canuaje para él, é inmediatamente tomó
el camino de Sheerness,
á
cuyo punto una embarca- .
-ción perteneciente á la aduana babia ido
á
esperar
su llegada
(1).
(1)
Historia de la deserción;
Clarke,
Vida de Jacobo,
n, 251.
111em. ori g .;
Mulgrave,
Noticia de ta Revo/!Uci6n,
y
Burnet,
1
1
795.