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LORD MACAULAY.
selas,
y
que al ofrecer aquellas condiciones, censura
das como excesivamente favorables por los whigs de
de Hungerford, no había arriesgado nada. La solero·
ne farsa que habla servido para entretener al público
desde que el ejército real se había retirado de alis–
bury se prolongó aún durante algunas horas. Todos
los Lores que todavía quedaban en la capit1>.l, fueron
invitados á asistir á Palacio á enterarse del estado de
la negociación entablada de acuerdo con su Consejo.
Oonvocóse otra asamblea de Lores para el día siguien–
te.
El Lord Mayor y los Sheriffs de Londres fueron
también llamados
á
presencia del Rey, el cual les
exhortóácumplir sus deberes con energía, confesando
que; si bien había creído conveniente enviará su es–
posa y á su hijo fuera del Reino, él permaneceria en
su puesto. Al mismo tiempo que decía esta falsedad,
indigna de un rey y de cualquier hombre, estaba re–
suelto
á
partir antes def amanecer. Habla ya confiado
sus objetos de más valor á algunos embajadores ex–
tranjeros. Los papeles de más importancia habían
sido depositados en la legación toscana. Pero antes
de darse
á
la fuga aun le quedaba algo que hacer. El
tirano se complacía
á
la idea de poder vengar e de un
pueblo que había sufrido con impaciencia su despotis–
mo, dejándol e al partir todos los males de la anarquía. ·
Hizo traer
á
su cámara el Gran ello y lo edictos para
Ja convocación del nuevo Parlamento. Arrojó al fuego
cuantos quedaban, y por medio de un documento re–
dactado con todo los requisitos legales, anuló los ya
publicados,
y
escribió
á
Feversbam una carta quepo–
día entenderse tao solo como una orden de dispersar
el ejército.
in embargo, aun ocultó el Rey
á
sus prin–
cipale Ministros su plan de fuga. Cuando ya
reti–
raba á de cansar. dijo
á
Jeffreys que al dia
iguient.e
asistiera
á
primera hora á u gabinete, y al mismo-