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Las noches de luna, el Municipio ahorra–
ba los faroles
y
en la calle Bolivar no habia
más luz que la que se escapaba de la humil-
de vivienda de Mercedes.
Las nueve serían cuando una viejecita, que
moraba a pocas cuadras de le casa de Mer–
cedes, penetró a la tenducha.
-Vecina. Buenas noches.
-Buenas noches,vecinita
¿Es
que va Ud .
a velar.?
- No vecina Quiero que me venda Ud.
uno esperma.
- Muy bien, vecina -
y
mientras Merde–
cedes tomaba la vela, la rñirada de la vieje–
cita tropezó con la figura de un hombre, tran–
quilamente arrinconado en uno de los extre–
mes de la tienda.
El hallazgo visual no era para p asar de–
aa.percihido. !Un. hombre en la caea de Mer ...
cedeal...•....- .. ta t al hora 1 ..... .........
Y la viejecita, entre
e1pantada
y
confusa
santíguoae tímidam ente.