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un cuerpo al caer a. tierra.
La vieja que
oyó
el grito,
temer.ma.>'
medrosilla.
h;.;yó
santigllá.ndose.
Era una noche de luna, la. luz de este
l\!lrO
cla~
ro
y
se1ena se
.-spards.
a
t~rrt>ntes
por
tcdo lo!
ámbitos de la c1udad dormida.
A l
díA
siguiente, las vecin c.s y tronseuntes
viero n con asc.m bro, q u e le p u erto del
t~n,
ducho pcrrnnnecía h erméticam ente cerrad a .
C omenzaron lus hnblillcs y conH·n taric-s
y
el
barrio
se hizo lenguas acerca de la au.
sencin de Niercedcs.
Y
pa::.ó un ciín y otro
día,
y
o tros más, y
la puerta de aqu ella vivi"end& coO.tinunba
cerrado, sin que nad ie
pudier~
d ar In me.
nor' no ticia d e la gentil doncella.
AJ cabo de cuatro días, el su bdelegado
de la provinc ia, viv amen te intrigado por los
diceres que corría n de l:..cca en boca, coos.–
t ituyóse con buen número de vecinos no ta.#
bies y procedió
e
abrir le puerta de Merce–
des.