- 6 -
cho se lo permitían.
Merced~s
tejfa, a la luz
d~
una lámpara., esas prodigiosas mallas que pueden
.~competir
con los mejores encaje,s de Alenc6n Va.–
enciennes,
Sóla, siempre sóla. su existencia d<!slizábase a·
pas1ble
y
risueña, como e-sos arroyuelos ·que
par~
..
ctn no
tener otra
misión quE" murmurar alegremt-n.–
te innundando praderas llenas de
florts
y
verdor.
• Algunos galanes, desdeña.dos, dieron en la rna ..
nía de espiarla.
y
lo único que resultó fué q'ue se
espiaron mutuamente.
Mercedes er.e., pues, in&bordable e inabordable
habría.sequedado, a no mediar la a
vefliUfl.
que dá
márgen a este cuento.
Era una noche del mes de
abril
de 1839. La
luna magnífica
y
explendorosa, eomo.sabe serlo en
este cielo de Huaraz.
hallábue
en el plenilunio.
Las calles de Huaraz yacían sumidas en
completa soledad. y entre las dos lajas de pe–
numbra que en ellas proyectaban los techos.
la luz lunar se derramaba co1no un ámplio
caudal que trazara cruces
e~
las esquinas.