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cho se lo permitían.

Merced~s

tejfa, a la luz

d~

una lámpara., esas prodigiosas mallas que pueden

.~competir

con los mejores encaje,s de Alenc6n Va.–

enciennes,

Sóla, siempre sóla. su existencia d<!slizábase a·

pas1ble

y

risueña, como e-sos arroyuelos ·que

par~

..

ctn no

tener otra

misión quE" murmurar alegremt-n.–

te innundando praderas llenas de

florts

y

verdor.

• Algunos galanes, desdeña.dos, dieron en la rna ..

nía de espiarla.

y

lo único que resultó fué q'ue se

espiaron mutuamente.

Mercedes er.e., pues, in&bordable e inabordable

habría.se

quedado, a no mediar la a

vefliUfl.

que dá

márgen a este cuento.

Era una noche del mes de

abril

de 1839. La

luna magnífica

y

explendorosa, eomo.sabe serlo en

este cielo de Huaraz.

hallábue

en el plenilunio.

Las calles de Huaraz yacían sumidas en

completa soledad. y entre las dos lajas de pe–

numbra que en ellas proyectaban los techos.

la luz lunar se derramaba co1no un ámplio

caudal que trazara cruces

e~

las esquinas.