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los paleontólogos, en tiempos modernos, en el Bra–

sil y otros lugares de América del Sur, y a esto

agregamos que pudo ser muy bien que los autócto–

nos peruanos conocieran-por semejanza de pie–

zas esqueléticas, el cráneo, sobre todo-perfecta–

mente dichos huesos como piezas del esqueleto de

un llama disforme al que hubieran llamado : el sa–

grado, el ancestro (el dios, por extensión), \ iVillca,

de las vicuñas, de los auquénidos en general, wari :

\vari willca. Si, además, tales autóctonos hubieran

salido con la treta de los g igantes cuando el r espe–

tabl e Cieza de León y otros cronistas les pregunta–

r on sobre el significado de tales huesos, que el celo

cxtirpatorio de las creencias de los indios-ejerci–

tado por los sacerdotes y corregidores de la épo–

ca-hubiera hecho desaparecer, tendríamos una

explicación.

Por otra parte, por analogía con tantísimos to–

pónimos terminados en willca, el mismo nombre

wari willca encuadra muy bien-sin ninguna vio–

lencia gramatical del quechua ni del aimara-al

significado de: adoradores o que rinden culto a la

vicuña. El porvenir nos esclarecerá todos estos

puntos.

Por lo demás, apoyado en leyes del quechua que

he descubierto, rechazo a Wari del concepto de

Dios principal o genio. Como a dios secundario o

divinización de un ser natural, como los otros de

nombre bisílabo: Inti, quilla, pucyo, choque chim–

chay, choque llama, del culto incaico, no hay in–

conveniente en aceptarlo.

EN CONCLUSION con el despejo lingüístico

de la calidad y significado de Wirakocha ( artícu-