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ceas de la batata
y
ha anotado los nombres compuestos siguientes, para
ocho variedades( ') (28, 99 ; 27) :
ynracj-cwnarcc,
variedad blanca (San
~\l iguel) ;
¡mca-cwnara,
,-ariedad roja (San
,\1
iguel) ;
pnca-cnsi-cwnara,
vat·iedad roja
y
larga (' ) (Santa Ana) ;
casi-cu.mara,
~
(Santa Ana);
yt~racj-apiclw,
variedad blanca (Sao Miguel) ;
pt~ca-apiclw,
variedad roja (San Miguel) ;
azul-apichn,
variedad aznl (San \·ligue!);
cusi-apiclw,
il
(San \'liguel).
Cosa curiosa, fu é la palabra
fillmam
y
no la palabra
apichu,
la que adop–
taron los misioneros,
y
que pot' esta raz6n penetró en todas las regiones en
donde ellos introdujeron el Kichua con el fin de evangelizar. Así tenemos
que, en li:ichua o Inga del Ucayali , ele Ma)·nas
y
del alto Caquetá, la balata
es llamada
kt~
m.al('/05 ;
'107; 96,
U,
3¡7 ;
86),
excepcionalmente
launa.i
[en Kichua del Ucayali, según un solo informante
(86)]-
En resumeti, la batata se designa en todo el dominio septentrional del
Kicl111a con el nombre ele
lwmal, /aunar
o
kwnal,
en tanto que en el centro
y
sud del dominio, se nsa la palabra
apiclw.
Solamente en el valle del bajo
Urubamba
coexislen
ambas formas.
La
identidad del primero de estos dos vocablos con la palabra polinesia
es tan evidente, que uno podría preguntarse si esta no habrá venido de Po–
linesia a América después del descubrimiento, del mismo modo que los
Espatioles han introducido en ciertas lenguas del Pacífico , por ejemplo en
el Subanu de Mindanao, la palabra mejicana
camole
(37, t85), conrerticla
en
kcwwl,
en las islas Nlarianas (Guam) (20, 53o)-
Esta explicación queda excluida por el hecho ele que la palabra está re–
gistrada en el Ecuador desde
1
j 82 ,
como
~-a
lo he indicado. Sabemos por
otra parle c1ue la batata existía en América cuando llegaron los l\spai10lcs.
Entre los productos que Colón lle'
ó
a los reyes ele Espaiia después de su
primer viaje, Gomara se1iala las
balalas
(77, 107), Oviedo las cita igual–
mente entre los productos de llaiLí
(90,
1,
27 3-271)
y
por fin Heiss
y
SLli-
(!)
1~1
botánico peruano Herrera, c¡uc
h;~
reproducido fielmente las indicaciones recogi–
das por su colega nortcanH.:ricano(57. q 3-q4 ;
60.
GI I ,
GI3 ; 56, 74;
58,
in-52¡
.j9~
33), ha omitido
la
indicación de los lugares en que
c:-lc
recogió sus dato:::, de modo c¡uf'
uno podría creer al leerlo, que estas
palalmt~
se usan en todo el departamento del Cuzco,
cuando en realidad han sido registrada:;, hasla ahora por lo menos, solamente en el valle
del bajo Lrubamha. La palabra general en
el
d<'partamcnto del Cuzco es, en realidad,
api·
cfw,
como Herrera mismo lo indica en un trabajo aún no inlluenoiado por las puhlicacio·
nes de Cook
(.55,
19).
(!)
La
palahr;.~
cw;i
no tiene
el
sentido de
tt
largo
ll.
~ignillca
<t
alesrc
ll.