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168 -

ceas de la batata

y

ha anotado los nombres compuestos siguientes, para

ocho variedades( ') (28, 99 ; 27) :

ynracj-cwnarcc,

variedad blanca (San

~\l iguel) ;

¡mca-cwnara,

,-ariedad roja (San

,\1

iguel) ;

pnca-cnsi-cwnara,

vat·iedad roja

y

larga (' ) (Santa Ana) ;

casi-cu.mara,

~

(Santa Ana);

yt~racj-apiclw,

variedad blanca (Sao Miguel) ;

pt~ca-apiclw,

variedad roja (San Miguel) ;

azul-apichn,

variedad aznl (San \·ligue!);

cusi-apiclw,

il

(San \'liguel).

Cosa curiosa, fu é la palabra

fillmam

y

no la palabra

apichu,

la que adop–

taron los misioneros,

y

que pot' esta raz6n penetró en todas las regiones en

donde ellos introdujeron el Kichua con el fin de evangelizar. Así tenemos

que, en li:ichua o Inga del Ucayali , ele Ma)·nas

y

del alto Caquetá, la balata

es llamada

kt~

m.al

('/05 ;

'107; 96,

U,

3¡7 ;

86),

excepcionalmente

launa.i

[en Kichua del Ucayali, según un solo informante

(86)]-

En resumeti, la batata se designa en todo el dominio septentrional del

Kicl111a con el nombre ele

lwmal, /aunar

o

kwnal,

en tanto que en el centro

y

sud del dominio, se nsa la palabra

apiclw.

Solamente en el valle del bajo

Urubamba

coexislen

ambas formas.

La

identidad del primero de estos dos vocablos con la palabra polinesia

es tan evidente, que uno podría preguntarse si esta no habrá venido de Po–

linesia a América después del descubrimiento, del mismo modo que los

Espatioles han introducido en ciertas lenguas del Pacífico , por ejemplo en

el Subanu de Mindanao, la palabra mejicana

camole

(37, t85), conrerticla

en

kcwwl,

en las islas Nlarianas (Guam) (20, 53o)-

Esta explicación queda excluida por el hecho ele que la palabra está re–

gistrada en el Ecuador desde

1

j 82 ,

como

~-a

lo he indicado. Sabemos por

otra parle c1ue la batata existía en América cuando llegaron los l\spai10lcs.

Entre los productos que Colón lle'

ó

a los reyes ele Espaiia después de su

primer viaje, Gomara se1iala las

balalas

(77, 107), Oviedo las cita igual–

mente entre los productos de llaiLí

(90,

1,

27 3-271)

y

por fin Heiss

y

SLli-

(!)

1~1

botánico peruano Herrera, c¡uc

h;~

reproducido fielmente las indicaciones recogi–

das por su colega nortcanH.:ricano(57. q 3-q4 ;

60.

GI I ,

GI3 ; 56, 74;

58,

in-52¡

.j9~

33), ha omitido

la

indicación de los lugares en que

c:-lc

recogió sus dato:::, de modo c¡uf'

uno podría creer al leerlo, que estas

palalmt~

se usan en todo el departamento del Cuzco,

cuando en realidad han sido registrada:;, hasla ahora por lo menos, solamente en el valle

del bajo Lrubamha. La palabra general en

el

d<'partamcnto del Cuzco es, en realidad,

api·

cfw,

como Herrera mismo lo indica en un trabajo aún no inlluenoiado por las puhlicacio·

nes de Cook

(.55,

19).

(!)

La

palahr;.~

cw;i

no tiene

el

sentido de

tt

largo

ll.

~ignillca

<t

alesrc

ll.