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-4-

su quichua

ó

aymará, con un alfabeto :¡;>ropio en la

par te do sus letras escepcionales, y entónces, y solo

entónces, su· entendimiento, desembrollado del caos

que hoy lo envuelve, empezará á comprender las be–

llezas del mundo intelectual, se aficionará al es,tuclio

y -con ávidas ansias devor ará un libro escrito en su

idioma, perceptible· y claro como el me<il'io di a; y si

esos libros eleme-ntales llevan su v,ersion castellana

como deben llevar , y se le ofrecen otros gradualmen·–

te mas luminosos, entónces, esa estátua hoy inanima"

da, tan grotesca y apenas diseñada, se llenará de vi,-

da , se pulira, se embellecerá, y se presentará ante el

mundo civilizado que·hoy la despr ecia, hermosa co–

mo su América, y coronada de honor y gloria· como

lo es el hombre por la gnvcia de J·esucristo; nuestro

Señor.

Glon·a et lwno1·e co1·onasti eum D6mine- S.

8.

Si queremos subír al indio hasta los cielos no

sea e.n un globo

aerostáti.co,

sinó por la escala de J a–

cob, por esa escala por la que subían· y descendían

1

ángeles .

Esa escala la indicó Dios., d!mdo á los heb1:eos

las leyes del decálogo, escritas, no en griego, ni en

latín, sin6 en hebréo, y esa escala la han ascendido

grada por grada todos los pueblos del mundo, civili-

. zándose primero en su propio idioma., y despues en

el ajeno. I nvertir este órden, importa cuando menos

errar él método, prolongar la enseñanza, y hacerla

mas penosa y dificil, cuando no inútil y estEn·il.

Y sinó ¿por qué los misioneros, esos apósto·

les que llevan la luz del Evangelio hasta las estre–

midades del mundo, aprend-en pnmero las lenguas