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el inolvidable Monseñor González Suárez, refiriéndose a Garcilaso:
.como una «Flos Sanotorum».
(3) Muy bien sé, lo mucho que debe negarse a Garcilaso, pero
en gran parte me inclino a perdonar sns faltas, porque yo mismo,
en plena juventud quedaba encantado dt1 la reliquia. americana.
Üún
los años se ha modificado
mi
criterio, pero no dejo de cons¡derar
que para Garcilaso se trataba de su patria y su ilustre f<Lmilia.
Oolocado en el horizonte de la época, demuestra Garcilaso una
inteligencia poco común, sosteniendo en sus escritos el equilibrio en–
tre los intereses de la raza de su padre y las glorias pasadas de los Incas.
ÜTTO VON BUOHW
ALD.
(1) Véase la nota No. 63 del Informe de Dn. Migue\ de Estete, publicado por el Se!lor
Dn. Carlos M. Larrea en el Boletín de la S. E. de E. H. A. Vol. I, N°. 3.
(2) Un museo cuzqueño, digno de verse, tenía la Seílora Dofia Mariana Centeno v. de
Romanville, descendiente de Dn. Diego Centeno, dueña de varias haciendas
y
cacique de tres
ayllus, que era una de las matronas más inteligentes del Cuzco,
y
con gratitud recuerdo la
hospitalidad de su casa.
(3J
He leido en la Revista Histórica del Penl del año 1908, tomo
3,
trimestre 2, una
controversia entre el Seeñor D. J osé de la Riva Agüero
y
el Señor Dn. M. González de la
.Rosa sobre el Inca Garcilaso de la Vega,
y
tomando en consideración lo que he dicho, me
inclino a la parte del Se!lor de la Riva Agüero.
0.
V.
B.