de San Juan de Dios, contiguo al hospital,
y luego donó a éste una buena pa11e de su
fortuna. Desempeñó funciones importantes,
como las de Arcediano, rector del colegio
Seminario, etc.
LEóN DE LA BARRA, MELCHOR
(1776 . 1827)
Doctor en Teología y Derecho. Tomó par–
ticipación activa en el movimiento r·evolu–
cionario de La Paz, su tierra natal. La no–
che del
16
de julio de
1809,
vistiendo traje
seglar, anduvo mezclado con el pueblo como
el más modesto pero el más apasionado de
los patriotas. Triunfante la revolución, se le
designó miembro de la Junta Tuitiva aliado
de Muri1lo y sus inmortales compañeros.
Aunque su función era la del culto, sus in–
quietudes lo llevaron a pensar en la organi–
zación del ejército patriota, a cuyo objeto
cedió todo el beneficio que le correspondía
en la Caja Real. Cuando los realistas reto–
maron La Paz, León de la Barra fué con–
denado a ocho años de presidio en las islas
Filipinas. Era conducido allá, junto con
otros revolucionarios. Pero, en Córdoba,
quedaron libres gracias a haberse produci–
do el levantamiento de Buenos Aires. De
vuelta al país, más tarde desempeñó cargos
importantes, como ·el de rector del Semina–
rio. En
1826,
La Paz lo designó su diputado
ante el Congreso Constituyente, aquel que
dictó la primera Constitución de la Repú–
blica.
LOAIZA, JOSÉ RAMóN DE
(1751 . 1839)
Nacido en La Paz, ejercía funciones de–
pendientes de la corona de España cuando
los patriotas iniciaron sus actividades re–
volucionarias mucho antes de
1809.
Y él
se entregó a la causa, aunque obrando en
forma discreta para mejor prestar protec–
ción a aquéllos. Estuvo en la
conspin;~ción
preparada en
1799
y luego en la de
1805.
A raíz de esta última, su casa fué allanada
por los españoles, pues sabíase que Loaiza
protegía a Mm·illo. Participó, en igual for–
ma, en la conjuración de 30 de marzo de
1809.
(Fracasados los movimientos, Loaiza
arreglaba las dificultades con dinero, por–
que era hombre de considerable fortuna).
Presidió el Cabildo abierto del
16
de julio
de
1809.
Durante los períodos iniciales de
la República, fué prefecto de La Paz. La
Convención de
1828
lo eligió vicepresidente
de Bolivia. Pero lo que más se recuerda de
él es su filantropía. Mientras fué alcalde
de La Paz, hizo construir, por cuenta suya,
el hospital de mujer·es, que, hasta años re–
lativamente recientes, llevó su nombre. Ade–
más, legó a la misma institución su famosa
hacienda Macamaca.
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